El auge tecnológico de la industria automotriz es hoy en día una tendencia con diferentes conceptos de coches eléctricos, haciendo ver a los mismos como una promesa de futuro. Pero, la realidad nos hace pensar en ¿cuál es el verdadero panorama del uso del coche eléctrico en España?
1. España y su parque automovilístico
Según los datos de Anfac (Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones), en el 2020, había 2.453 unidades de vehículos de hidrógeno en Europa. Sin embargo, en España solo hay 15 automóviles con pila de combustible y ni una sola hidrogenera pública.
Según un estudio de PwC, España está a la cola de Europa en lo que al coche eléctrico se refiere, junto con Italia y Francia, seguidos de Reino Unido y Alemania. Y es que aun cuando la tecnología existe, el alcance de la misma no llega a la población.
La realidad es que España avanza hacia la adopción del coche eléctrico de forma muy lenta: en lo que va de 2022, la cuota de mercado no llega ni al 3,5 %. Y el parque de coches de España se considera en la actualidad uno de los más viejos de Europa.
2. No hay infraestructura para el coche eléctrico en España.

Para que un cambio se dé y una innovación se aplique, deben existir las condiciones idóneas para instaurar la misma, y en el caso de la sustitución de coches de combustible fósil por coches eléctricos, en España parece que se acerca el momento.
Una de las razones fundamentales para que el coche eléctrico en España no se posicione en mejor puesto es la falta de infraestructura para la recarga de los mismos. Ya que la red de recarga que existe no está a la altura de las necesidades actuales.
Según los datos recogidos por Europa Press, por cada millón de habitantes en España hay 245 puntos de recarga y, además, el 83% de ellos tienen una potencia de carga de menos de 22 kW. Lo que supone cargas de tres horas en promedio, en la mayoría de los vehículos eléctricos actualmente en el mercado.
Esto confirma que la infraestructura no está preparada ni para dar soporte al parque automovilístico actual, ni mucho menos para las proyecciones planteadas a futuro. Ya que para ello se requiere una red mínima de aproximadamente 70.000 puntos de recarga de acceso público en 2023.
3. Es una adquisición costosa
Otro motivo por el que el uso del coche eléctrico en España está a la cola de Europa, es porque tiene uno de los parques de coches más viejos. Y para sustituir los mismos habría que adquirir los nuevos vehículos eléctricos, cuyos costes los hacen poco accesibles a la población.
Aunque las principales marcas de coches en el mercado han hecho esfuerzos lanzando modelos relativamente asequibles, no son económicos. Y para la población general, su precio es demasiado elevado.
Por una iniciativa del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) se creó el Plan Moves que es un Programa de Incentivos a la Movilidad Eficiente y Sostenible, para fomentar la compra de vehículos eléctricos.
Hoy en día el Plan Moves ya va por su tercera edición, y se extenderá hasta 2023. Este plan de ayuda a la compra de vehículos eléctricos, es un movimiento es acertado y su intención pro ambientalista sin duda también.
Pero, según el estudio Radiografía de Hábitos de Movilidad de los españoles llevado a cabo por Foro de Movilidad de Alphabet, 8 de cada 10 españoles no sabe lo que es el plan Moves y ni siquiera sabe que existe esta ayuda.
La situación económica española, un factor en contra
Como factor adicional, encontramos a la economía general del país como un obstáculo para que el coche eléctrico en España no avance en la adaptación de su uso. De hecho, se conoce que aun con los incentivos, es muy difícil que un individuo o una familia invierta en la compra de un coche eléctrico.

Esto, a pesar de que en los últimos meses se han lanzado al mercado modelos relativamente más accesibles. Sin embargo, ese coste menor viene acompañado de potencias, baterías y autonomías que hacen que no sean coches accesibles para todo el público.
Las instituciones promueven el cambio hacia los coches de cero emisiones, buscando una rápida transición. La cual es muy difícil, si al alto coste de los coches se suma que no hay ahorro respecto al combustible, pues la energía eléctrica para cargarlos también es cara.
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